Captar interés; el bien más preciado

Si vivimos en la moda del scroll infinito, del mariposeo constante, de la adicción a lo irrelevante, a la intoxicación al cortisol, la culturilla del todo fast… es necesario pararse en seco. ¿Cómo se puede uno detener si se va moviendo a todo tren? Se admiten sugerencias…
Lo primero puede ser abrir las ventanas hacia dentro y asomarse a la propia interioridad. Tomar conciencia de la hondura de mi ser, reconocerme y reconciliarme conmigo mismo aunque no sea más que un instante. El universo interior es más infinito que el exterior, echémosle un vistazo y no nos asuste pasear por él.
La mejor descripción de esta sociedad depredadora de la hondura y la reflexión es la crisis de la atención; ese bien preciado que todos tenemos, que se cotiza tan alto y que se disputan pantallas, maestros, políticos, vendedores de todo tipo y charlatanes varios. La atención es aquello que te delata. Dime qué atiendes y te diré quién eres. Nuestro Dios es aquello a lo que más atención prestamos. A menudo es un "préstamo a fondo perdido" que nos hace perderlo todo. Y el valor de la atención se multiplica si se consigue que sea colectiva, compartida. Esta lección la tienen bien aprendida los profesionales de robar, amordazar la atención ajena para convertirla en votos, fidelidades, adhesiones ideológicas o ventas.
Es un misterio. ¿Por qué no atiendo a lo que quiero sino a lo que no quiero? ¿Cómo racionalizar nuestra atención? Me gustaría ponerle unas riendas a este caballo para poder dirigirlo y así ser dueño de mi tiempo, de mi ritmo, de a qué y quién presto interés. Con-centrarnos en cómo distribuimos nuestra atención es saber administrar nuestro bien más preciado. Es necesario aprender y enseñar a gastar bien nuestro interés, porque es más valioso que el dinero. Nuestra atención es el tesoro que aún nos queda y en cómo lo invirtamos, lo empleemos nos jugamos nuestro ser y nuestro futuro personal y colectivamente.
No existen las pastillas de Matrix pero es posible salir de la anestesia y despertar del letargo para conectar nuestro interés con el ritmo de nuestro cuerpo, con la artesanía de nuestras manos, con la fertilidad de nuestros corazones… para vacunar nuestra atención contra lo superfluo y chabacano, y a favor de lo esencial, de lo profundamente humano.
Gracias por darle valor a la atención prestada en este artículo ❤️